lunes, 29 de julio de 2013

SER NIÑO HUACHO EN LA HISTORIA DE CHILE. GABRIEL SALAZAR

SER NIÑO HUACHO EN LA HISTORIA DE CHILE. SIGLO XIX. GABRIEL SALAZAR.
Los niños – según se cree – no hace historia. Los niños no eligen gobernantes. No son, tampoco gobernantes. No organizan Estados. No declaran guerras. No se matan entre sí, ni destierran a sus semejantes. No despliegan políticas económicas ni acumulan capital. No contratan sirvientes. No masacran a los pueblos. No difunden utopías


“Ser niño “huacho” en la historia de Chile” (Siglo XIX)

Los niños – según se cree – no hace historia. Los niños no eligen gobernantes. No son, tampoco gobernantes. No organizan Estados. No declaran guerras. No se matan entre sí, ni destierran a sus semejantes. No despliegan políticas económicas ni acumulan capital. No contratan sirvientes. No masacran a los pueblos. No difunden utopías.
Contexto histórico del siglo XIX:
                El siglo XIX chileno se caracterizo por ser un siglo muy convulsionado, donde nuestra historia nacional se vio envuelta en muchos sucesos de los cuales se han historiado en su mayoría, los más relevantes, dejando de lado el “lado B” de cada uno de ellos, como por ejemplo, la temática de los niños, sus problemáticas, sentires y pesares, y es esta la invitación de la clase de hoy, develar su historia, composición y asistencialidad.
                El siglo XIX parte con la independencia de nuestro país (1810), en conjunto con una postergación económica (monopolio por parte de España), una economía minera incipiente, gastos bélicos, entre otros.
                A partir del año 1830 en adelante, una vez consolidada nuestra independencia, nuestro país busca fortalecer y robustecer sus cimientos para convertirse en un país desarrollado acorde a los tiempos y otros países. Es por ello, que la consolidación parte por la parte política y sus proyectos tanto económicos como sociales. En la búsqueda de consolidación, es que se hace un llamado a los extranjeros (colonización), específicamente italianos, alemanes y franceses a hacer ocupación de nuestro territorio sureño, cuyo fin era la internación de sus hábitos y cultura.
                En el ámbito económico, se da un vuelco hacia la agricultura y ganadería, siendo un siglo eminentemente rural, generándose un creciente éxodo del campo a la ciudad, que durará hasta principios del siglo XX.
                En el ámbito social, la pobreza extrema, insalubridad, hacinamiento, falta de educación vinieron a englobar aún más los acontecimientos de este siglo.
                Por otra parte, este es un siglo plagado de desastres tales como terremotos, epidemias, (escarlatina 1827, viruela 1833, gripe 1835, tifus y viruela 1864 – 65, viruela 1870 - 1873),  plagas, roedores, guerras, crisis económicas, promulgación leyes laicas (1880 - 1884).
Antecedentes
-“La impresión que los niños no interesaban, sino en función de que llegarían a ser adultos que ayudasen a sus padres en el trabajo. La niñez se entendía, pues, como una etapa en la cual se proporcionaban los cuidados mínimos que garantizaran la subsistencia”. (Pablo Artaza; Mujer y relaciones de pareja. Chile siglo XIX.)
-A fines del siglo XIX, sólo en Santiago, se fundaron trece instituciones para niños pobres y desamparados. “El aumento de los expósitos no puede ser más evidente. Su ritmo siempre va en alza, paulatinamente, hasta el primer cuarto del siglo XIX; fuerte, en la década de 1830 – 1839, y decididamente brutal a partir de 1840. Entre 1770 – 1829, el número de abandonados aumenta casi un 107%, hacia 1870, ha subido a un 1.720%. Así un creciente número de niños pasó la totalidad o gran parte de su infancia bajo el cuidado de algún establecimiento de beneficiencia” (RHSM)
                Dentro de este marco histórico, los niños eran considerados pequeños adultos, no se tomaba en cuenta sus deseos, sentimientos, juegos entre otros, a diferencia de hoy, ni mucho menos sus derechos, sólo los deberes. Entonces habría que hacer la siguiente interrogante, ¿de qué modo, todos estos sucesos irrumpen en la historia de los niños?
Orfandad en el Chile tradicional:
Culpa y llanto de Rosaria Araya (Ponencia presentada en el Seminario “Sociedad agrícola y minera chilenas, en la Literatura y en la Historia”, organizado por el Departamento de Historia de la Universidad de Santiago, 1989):
                Campesina perteneciente al Valle de Illapel (Provincia de Choapa, Región de Coquimbo), joven soltera de 26 años y al momento de esta historia, se encontraba 8º mes de embarazo. Rosaria Araya, según los registros de la época había sido embarazada (según se supo) por Matías Vega, peón de 26 años, soltero, del mismo valle.
                Rosaria, pese a su avanzado estado, se mostraba “siempre ájil para trajinar”, aún cuando tuvo que ir a retirar un buey que había muerto al caer a un barranco. José Simeón, el gobernador, estaba en verdad asombrado por la vitalidad de Rosaria Araya. Sobre todo cuando supo que ella, después de esa subida, “iso otra, también al cerro, casi a igual distancia, i en la que anduvo sin fatigarse”. ¿No era asombroso? Sin embargo, poco tiempo después, ya “no pudo dormir de ninguna manera sino sentada”, y al frisar los nueve meses se hizo necesario prestarle ayuda cuando quería pararse, debido al mucho peso de su barriga. Aunque “puesta de pie, pudo siempre andar i ocuparse en los quehaceres domésticos”. El gobernador de Illapel tenía razón: Rosaria Araya era una joven campesina fuerte, vital y animosa. “El día cartoce de setiembre del presente año de 1845, entre cuatro i cinco de la tarde, le principiaron los dolores…” Se dio aviso a la madre. Se hizo venir a Damiana Soto, para que colaborase en el parto. Y ante ellas, como a las siete y media de esa misma tarde, sin mayores complicaciones, vino el parto y nació un varón. Unos instantes después “también vino la par”, con lo que la parturienta se sintió más aliviada. Viendo eso, las comadronas “la echaron a la cama, quedando con algunos dolores, aunque pequeños”.
                Durante dos días, obedientemente, Rosaria Araya permaneció en la cama. Estaba bien, pero “con dolores muy lentos”. Su enorme barriga estaba, también, allí. Presente. Sin deshincharse, como si nada hubiera pasado. Como si tuviera voluntad propia. O fuera ajena a la vida del hijo que había expulsado fuera de sí. Algo extraño estaba ocurriendo en esa barriga. Rosaria Araya sintió miedo. Y se puso tensa.
                Sorpresivamente, entre ocho y nueve de la mañana del tercer día, la gran barriga comenzó a retorcerse con dolores rápidos y agudos. Rosaria creyó perder el control de sí misma. Alguien corrió a buscar a Pascuala Barrera, “la que abiendo venido muy pronto, i pulsando a la paciente, dijo que era parto”. Previniendo un parto difícil, la madre hizo traer a un hombre, “para que las ayudase teniéndola”. Y a las diez de la mañana nació una mujercita, seguida de la par. Tras su segundo parto, Rosaria Araya se vio bien. No presentaba síntoma alguno de fatiga. Parecía recuperada. Recibió un poco de caldo y, ya animosa, pidió jugo de chagurires. Todo estaba normalizándose. Pero otra vez, como a las once, “le apuraron nuevos dolores, y en término de una ora nació otra hembra, i luego salió también la par”. ¿No era eso demasiado? ¿No era eso, ya, una maldición? ¿Y por qué la gran barriga seguía hinchada? Fue entonces cuando Rosario Araya, vencida al fin, estalló en una gran desesperación. Y así lo registró José Simeón, el gobernador: “Por esta tercera se afligió la paciente demasiado, recordando su pobreza i la de sus padres, diciendo qué aria con tantos hijos i cómo se vería para criarlos pues era tan pobre, por lo que deseó mas bien morir”. La madre y las otras mujeres que la auxiliaban se esforzaron por consolarla y tranquilizarla. Que no se afligiera. Que no iba a morir. Que entre todos la ayudarían a cuidar de sus hijos…y era la una y media del día 17 cuando, de nuevo, la gran barriga comenzó a retorcerse furiosamente. Y durante tres horas la parturienta se revolvió en su cama, transpirando, llorando, gritando. Y eran las cuatro bien pasadas cuando de la gran barriga emergió otra hembra…”Entonces lloró, se lamentó, i esclamó al cielo nuevamente, gritando que la privase de la vida, pues se creía ser la crítica de todos por aber tenido tanto niño, i lo peor, no tener con qué alimentarlos”…y estaba llorando y gritando cuando la barriga se retorció y los dolores atacaron nuevamente. La partera, tranquila, dijo que era la par. Pero Rosaria estaba ya fuera de sí, no escuchaba a nadie y “se aflijio tanto, creyendo que era otra criatura, que la partera retrocedió, i ella, sintiendo ese gran dolor, dijo que iba a morir muy pronto, i habló a su madre, pidiéndole perdón, como también a todos los que la auxiliaban, i dando un fuerte quejido, al momento, expiró”.
                Las criaturas que alcanzaron a nacer fueron, pues, cuatro: un varón y tres hembras. Según José Simeón, todas ellas fueron muy crecidas y robustas, “tanto como el que nace solo. El varón fue llamado José María, “i se cria en casa de Juan Godoy, recogido en ésta por caridad”. La mayorcita de las hembras se llamó Mercedes del Rosario, “i la cria escasamente Damiana Soto, pues es demasiado pobre”. La que seguía fue llamada Carmen Jesús: “está en casa de la abuela en la mayor escasez por su pobreza”. Y la menor se llamó, simplemente Jesús, “i la cria Damiana Vega, también en mucha pobreza”.
                Todos los campesinos pobres que auxiliaron a Rosaria Araya en el día de su culpa y llanto cumplieron, pues, lo que habían prometido: criar a sus hijos con la ayuda de todos. Fueron, por eso, hijos huachos, y a la vez, hijos del pueblo. También los cielos cumplieron con su pedido: le concedieron la muerte, para evadir (o pagar) la gran culpa de haber tenido tantos hijos en tan grande miseria.

 

 

 

 
 

El trabajo infantil en Bolivia

¿Cuántas niñas y niños trabajadores hay en Bolivia? El baile de cifras dadas por administraciones públicas e instituciones hace que muchos de ellos corran el riesgo de permanecer en la invisibilidad. ¿Qué hacer para abordar la situación?
Los elevados índices de pobreza desde hace varios años han afectado la esfera de ocupación de las mujeres, los niños, niñas y adolescentes, situación que se refleja en “el padrón de ocupación laboral que se modificó sustancialmente, provocando una masiva inserción de mujeres, jóvenes y niños al mercado laboral”
De acuerdo a los índices oficiales, actualmente existen 171 millones de niños trabajadores en todo el mundo. Situación que también se refleja en la realidad boliviana, donde según el Programa de las Naciones Unidas “4 de cada 10 niños trabajan” y “En Chuquisaca, de acuerdo a los datos oficiales emitidos por el INE, trabajan 22.101 niños, niñas y adolescentes en edad escolar (es decir el 13% de 161.749) y en Sucre existen 8.880 niños, niñas y adolescentes en edad escolar que trabajan (es decir el 14% de 6127Pero un aspecto que llama la atención es que los datos oficiales en Bolivia se contradicen ya que existe una “falta de coincidencia entre las distintas fuentes oficiales, por ejemplo, en el año 2001, la MECOVI reportaba la existencia de más de 725 mil niños, niñas y adolescentes trabajadores en Bolivia, mientras que el censo 2001 registraba 313 mil en el país”
Además, “los datos del Censo de Población y Vivienda subestiman la verdadera magnitud de niños, niñas y adolescentes insertos en la actividad económica” y este hecho marca el principio de la invisibilidad y la alta vulnerabilidad a la que se enfrentan, ya UNICEF hablaba de la invisibilidad de la que son sujetos ya que “pueden volverse invisibles, desapareciendo del punto de mira de sus familias, comunidades y sociedades, así como de los gobiernos”, es el caso de los niños que trabajan en Chuquisaca ya que no existen desarrolladas políticas públicas de atención a esta situación, dejando a los niños, niñas y adolescentes en situación de trabajo sumidos en la exclusión socioeconómica y educativa de la que son sujetos.
Aunque ya en 1989 la Convención de los Derechos de la Infancia especifica los derechos infantiles destacando “el derecho de todo niño y niña a ser protegido/a contra cualquier explotación económica y realizar trabajos peligrosos o que puedan interferir en su educación”, la realidad nos muestra que día a día los niños, niñas y adolescentes en situación de trabajo sufren explotación y la violación de sus derechos fundamentales como el derecho a la educación a la salud y a la protección departe del estado, los empleadores y los propios padres y madres.
En Chuquisaca particularmente las entidades públicas hasta la fecha han desarrollado actividades puntuales y aisladas, sin seguir una estrategia departamental, realizando acciones de poco impacto, que no atienden las causas estructurales del trabajo infantil y por tanto no repercuten significativamente en una solución verdadera a la situación de los niños, niñas y adolescentes en situación de trabajo sumidos en la exclusión socioeconómica y educativa de la que son sujetos. Aunque ya en 1989 la Convención de los Derechos de la Infancia especifica los derechos infantiles destacando “el derecho de todo niño y niña a ser protegido/a contra cualquier explotación económica y realizar trabajos peligrosos o que puedan interferir en su educación”, la realidad nos muestra que día a día los niños, niñas y adolescentes en situación de trabajo sufren explotación y la violación de sus derechos fundamentales como el derecho a la educación a la salud y a la protección departe del estado, los empleadores y los propios padres y madres.
En Chuquisaca particularmente las entidades públicas hasta la fecha han desarrollado actividades puntuales y aisladas, sin seguir una estrategia departamental, realizando acciones de poco impacto, que no atienden las causas estructurales del trabajo infantil y por tanto no repercuten significativamente en una solución verdadera a la situación de los niños, niñas y adolescentes en situación de trabajo, actualmente no existe ninguna estrategia de eliminación del trabajo forzoso, ni programas puentes de erradicación del trabajo infantil, exceptuando el programa “Mi primer empleo digno” dirigido a mayores de 15 años, dejando de lado la atención de miles de niños y niñas menores de 14 años que cada día se ven en la necesidad de trabajar.
Los niños y niñas tienen derecho a ser protegidos y atendidos por el estado, ya que de acuerdo al Código niño, niña y adolescente “las defensorías de la niñez y adolescencia y las dependencias pertinentes a las direcciones departamentales de trabajo, tienen la responsabilidad de velar y asegurar para que se efectivicen los derechos y la protección integral establecidos para el derecho a la protección en el trabajo”. Actualmente los propios niños y niñas en situación de trabajo se han organizado para defender sus derechos a nivel de Bolivia en la UNATSBO y en Chuquisaca en la FEDNAYJTS (Federación de Niños, Niñas, Adolescentes y Jóvenes Trabajadores) pero sus demandas no son atendidas.
Frente a esta realidad el Observatorio de Derechos Humanos y Centro de Recursos de Información, que es una red de 27 organizaciones de la sociedad civil (ONG, fundaciones y organizaciones sociales) y entidades públicas y del estado (como la Defensoría del Pueblo y la Jefatura Departamental de Trabajo) ha conformado una Comisión de Niñez, Adolescencia y Juventudes, que tiene como una línea prioritaria de atención el Trabajo Infantil, y en una fecha tan particular como el 12 de junio, Día Mundial contra el trabajo infantil, en el marco de la campaña de sensibilización e incidencia pública por los derechos Todos x Todas. Tod@s x los derechos recuerda a las nuevas autoridades departamentales y municipales que tomen en cuenta el pronunciamiento emitido ya el 20 de Noviembre del 2009 por la Defensoría del Pueblo con el apoyo del Observatorio de Derechos Humanos y Centro de Recursos de Información que especifica

EL TRABAJO INFANTIL EN EL SALVADOR

¿Qué es el trabajo infantil? El trabajo infantil es toda actividad económica o de supervivencia, remunerada o no, ya sea en el sector formal o informal, realizada por personas por debajo de la edad mínima establecida para la admisión del empleo y que atenta contra su desarrollo pleno.

En El Salvador, desde hace décadas, ha existido la práctica de utilizar a los niños y niñas como fuerza laboral no remunerada dentro del núcleo familiar, especialmente en el área rural y en menor escala en el sector urbano, y es un fenómeno que se vive sobre todo en aquellas familias con bajos ingresos económicos.

Pero aunque este fenómeno está arraigado culturalmente en la sociedad salvadoreña, sobre todo en las zonas rurales, en las que se percibe el trabajo infantil como necesario e indispensable dadas las condiciones económicas precarias (pobreza y extrema pobreza en la que viven), El Salvador ha venido dando pasos para conocer la problemática y trabajar en su disminución y erradicación.

El Salvador es país signatario de los compromisos internacionales de protección integral de los Derechos de la Niñez y Adolescencia, y ha ratificado los convenios de la OIT relativos a la edad mínima para la admisión del empleo (138), y el convenio 182 sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil. Unido a eso, en 2009, el Estado salvadoreño adoptó como política pública "la Hoja de Ruta", la cual establece la eliminación de las peores formas de trabajo infantil.

Según datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2010 realizada por la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC) del Ministerio de Economía, todavía hay en el país 177,070 niñas, niños y adolescentes ente 5 y 17 años de edad realizaban algún trabajo para ayudar a la economía familiar, lo que representa que uno de cada 10 niños salvadoreños realizó algún tipo de actividad laboral en ese año.
Dicha cifra, sin embargo, representa una reducción del 6.2% con respecto a 2009

Del total de menores trabajando registrados en 2010, un 62.1% vive en las áreas rurales del país. También de esas mismas cifras se desprende que la mitad de la fuerza laboral infantil trabaja en actividades agropecuarias; mientras que un 27.7% lo hace en comercio, restaurantes y hoteles, y un 10.4% en la industria manufacturera, y un 3.1% en el área de servicio doméstico. La EHPM 2010 determinó además que la gran mayoría de niños y niñas, un 60.9% en total, trabaja sin remuneración en establecimientos familiares, y otros 21.68% fungen como asalariados temporales.

Otro dato interesante es que el 41.56% de la población infantil que trabaja no estudia; pero en el área urbana esto representa 43.08% y en menor magnitud en el área rural, con un 39.07%.

Por grupos de edad se observa que la mayoría tiene una edad entre 10 a 17 años, esto último, sustenta la hipótesis de que a medida que aumenta la edad, mayor es la probabilidad de incorporarse al mercado laboral.

Haciendo una comparación de los resultados de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2006, 2007, 2008, 2009 y 2010 observamos que durante los primeros años se evidenció un notable descenso en la población infantil y juvenil trabajadora, mientras que en 2008 vuelve a mostrar un incremento para nuevamente mostrar una reducción en 2009 y una más significativa en 2010.


Año
Total
Rango de edad / Años
5 a 9
10 a 14
15 a 17
2005 208,213 5.30% 43.80% 49.90%
2006 205,209 3.60% 42.00% 54.40%
2007 172,588 3.40% 43.70% 52.90%
2008 190,525 3.80% 46.30% 49.90%
2009 188,884 3.60% 41.70% 54.70%
2010 177,070 2.95% 39.95% 57.09%

Fuente: Encuestas de Hogares de Propósitos Múltiples años 2006, 2007, 2008, 2009 y 2010.
 

EL TRABAJO INFANTIL EN LA INDIA

La India tiene una población de 1.070 millones de habitantes con una extendida pobreza desde hace décadas, que actualmente alcanza a 450 millones de personas.
Aunque desde hace algunos años este país viene creciendo y desarrollándose económicamente y ganando mercados en el mundo, se pueden observar mejoras en la calidad de vida de muchas personas, pero aún falta muchos problemas por resolver. Uno de los más graves es el trabajo infantil que ha resurgido con gran fuerza desde hace 20 años justamente como una forma de potenciar la economía, abaratar costos y poder vender a nivel internacional a un precio mas competitivo.
Desde hace unos años y luego de escándalos muy resonantes de empresas multinacionales que explotaban niños para bajar costos y aumentar ganancias, el estado Indio comenzo a tomar medidas por las presiones de ONGS internacionales y organizaciones como Unicef, la OIT, entre otras para desalentar y disminuir el trabajo infantil.
Se legisló una ley que  prohibe que niños menores trabajen en ciertos actividades que son altamente peligrosa, se regula la cantidad de horas de trabajo, se busca eliminar la explotacion laboral infantil como el encierro, el maltrato, etc, entre otros benficios.
Hoy, hay según estimaciones de la OIT alrededor de 60 millones de niños menores de 14 años trabajan y buena parte de ellos en estado de casi exclavitud en diferentes sectores económicos en la India.
Las niñas son las que se encuentran en peor situacion ya que no solo trabajan muchisimas horas sino que tambien deben soportan abusos sexuales de sus empleadores.
De a poco se va avanzando en concientizar a las personas de que los niños no deben trabajar. Es importa cambiar la percepción de la sociedad sobre los derechos de los niños pero esto debe ser acompañado de medidas del estado para que los adultos puedan desarrollarse productivamente y puedan mantener sus familias y no se vean obligados a hacer trabajar a los niños.
Erradicar el trabajo infantil definitivamente de la India llevara tiempo pero con el esfuerzo del estado, la ayuda internacional es posible devolverle y evitar que más niños pierdan su infancia por tener que trabajar.

martes, 23 de julio de 2013

INFANCIA -BIRMANIA-ANTECEDENTES

WASHINGTON, 31 oct 2007 (IPS) - La dictadura militar de Birmania estará la semana próxima bajo el escrutinio de la comunidad internacional otra vez, a causa de sus prácticas de reclutamiento forzoso de niños soldado.

El Grupo de Trabajo sobre los Niños y Conflictos Armados del Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá para considerar las evidencias sobre incorporación de niños al ejército, divulgadas este miércoles por la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW).
"La brutalidad de la dictadura militar birmana va más allá de la represión de manifestantes pacíficos", dijo Jo Becker, activista por los derechos de los niños de HRW y autora del informe. "Los reclutadores militares literalmente compran y venden niños para enlistarlos en las fuerzas armadas", afirmó.
La investigación de 135 páginas se titula "Sold to be Soldiers: The Recruitment and Use of Child Soldiers in Burma" ("Vendidos para ser Soldados: El Reclutamiento y Empleo de Niños soldado en Birmania").
Con datos obtenidos en Birmania, China y Tailandia, el estudio revela cómo niños de hasta 11 años son forzados a enrolarse.